Decía Shakespeare: “Debemos aprovechar las oportunidades so pena de malograr la oportunidad”. No le pasó en algún momento que dejó pasar una oportunidad porque no tuvo el olfato para aprovecharla. Nos pasa a todos. A veces decimos, a la otra sí me sale o sí la aprovecho. Sucede con las parejas incluso. Hay momentos en que nos vemos lentos. Tenemos inseguridad o miedo de lo que es seguro. Nos escondemos en excusas o simplemente no estamos convencidos. Pero ahí está el escritor inglés y su máxima con la que abrí el texto: Aprovechar, so pena de malograr la oportunidad”.
Le digo algo, la duda es sana. Significa que hay que investigar más, ser más alerta a información que nos es útil para tomar una decisión. A veces me pasó que tenía dudas con respecto a una chica y la dejaba pasar y, como sucede cuando la dejamos pasar, otro más vivo sí aprovechó y yo me quedé con “nada y en dos platos”. ¿Cómo evitamos esto?
Primer consejo: Estar atento, estar alerta a cualquier señal. Si usted es uno de los importantes en su empresa y debe tomar decisiones prontas o tener la visión para “pescar esa oportunidad”, abra la mente a lo nuevo. No se cierre a las oportunidades aunque su jefe esté conforme.
Segundo consejo: Piense antes de saltar. Examine tendencias, productos, ideas. Encuentre el equilibrio entre hacer una fortuna con un producto que tirarse a cualquier idea y perderlo todo. No se afane. Esto es como los cortejos. Si hay señales y química y disposición todo caerá por su propio peso.
Tercer consejo: No deje pasar oportunidades que se presentan en la oficina y con su jefe. Piense: ¿Qué es lo que a su jefe le da dolor de cabeza y que busca pronta solución? ¿Puede resolverlo usted?. Si usted puede póngalo por escrito y en forma lógica presénteselo a su jefe. Sea la solución más que el problema. No se asuste si se convierte en la persona que resuelve problemas o crear ideas. Aproveche ese cambio de actitud suyo y abra la mente aunque le toque fracasar. Son oportunidades, son llamados a la acción.